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18 marzo, 2024

El poder del directivo consciente

Muchas personas sentimos la necesidad de cambiar el paradigma empresarial, de que las organizaciones cambien, evolucionen y sirvan de palanca para mejorar la sociedad en la que vivimos.

Así se destaca en el informe Edelman Trust Barometer Spain 2023: la sociedad, los ciudadanos y los consumidores, sitúan sobre las empresas fuertes y crecientes expectativas de impacto positivo, aportando soluciones a los retos globales en materia de clima, diversidad e inclusión y formación profesional para conseguir resultados que nos acerquen a una sociedad más justa, segura y próspera.

Desde hace unos años, el contexto empresarial está inmerso en un cambio exponencial. Los retos globales afectan inexorablemente al mundo corporativo. Hay nuevos asuntos estratégicos de los que las organizaciones y sus directivos deben ocuparse y que añaden una complejidad adicional a su gestión. 

Cada vez son más las empresas que evolucionan y avanzan desde el paradigma antiguo (y anticuado) que defendía que las empresas tenían como única misión aumentar la rentabilidad para el accionista. Este es un sistema que deshumaniza a las empresas y a sus directivos, que asfixia a gran parte de la sociedad y que destroza el planeta. Cada vez son más las empresas que lo están dejando atrás y están abrazando un nuevo paradigma. Un nuevo paradigma que sigue la Teoría de los Stakeholders, con una visión de los negocios que enfatiza las relaciones interconectadas entre una empresa y sus clientes, proveedores, empleados, inversores, comunidades y otros grupos que tienen un interés en la organización. Esta teoría sostiene que una empresa debe crear valor para todas las partes interesadas, no sólo para los accionistas. Una visión que cuestiona la sostenibilidad de centrarse en la rentabilidad de los accionistas como el objetivo fundamental de los negocios.

El rol del directivo

Y en este contexto, escuchando y respondiendo a los grupos de interés, respondiendo a la sociedad que demanda de las empresas soluciones a los retos globales, la figura del directivo adquiere una relevancia máxima. Porque el directivo tiene poder. Todas las personas tenemos poder. Cada uno de nosotros tiene poder. El poder es la posibilidad, la oportunidad, la capacidad, la potencialidad. Y en una empresa, la posición que ocupa un directivo le confiere un poder elevado. Es responsabilidad de cada uno utilizar el poder para fines positivos. Como dijo Gandhi: “sé tú mismo el cambio que quieres ver en el mundo”.

Y gracias a directivos que ejercen su poder de forma positiva, estamos viendo cómo proliferan empresas que apuestan por un futuro mejor y que actúan hoy para conseguirlo, en beneficio de todos, más allá de la individualidad de la empresa. Directivos que definen el propósito de sus organizaciones y que marcan estrategias de negocio coherentes con él. Directivos que se atreven a diseñar y ejecutar su agenda estratégica desde una visión humanista de los negocios. Como sucede por ejemplo en el caso de las empresas del movimiento B Corp, siendo las mejores empresas PARA el mundo. Empresas solventes, en crecimiento, con rentabilidad y, además, que trabajan por un mundo mejor. Como me gusta decir: porque en las empresas hay actividades para ganar dinero y también hay espacio para hacer cosas aún más grandes.

Porque el directivo, como persona individual y miembro consciente de la sociedad, también tiene sus inquietudes internas, humanas, existenciales. Y anhela superar los retos globales del planeta, como la crisis climática, las guerras y la miseria de tantos millones de personas. En definitiva, anhela el bien común. Porque está en la esencia de la naturaleza humana. Y como directivo, como persona con poder en una empresa, tiene la posibilidad y la oportunidad de contribuir con su actividad para tener un impacto positivo. Por su rol y el lugar que ocupa, su capacidad de influencia y de acción le convierte en pieza clave para impulsar la transformación de las organizaciones que necesitamos las personas y el planeta.

Así como cada vez más empresas evolucionan desde el paradigma de la rentabilidad para el accionista hacia el nuevo paradigma de generar valor para todos los grupos de interés, son también cada vez más los directivos que, como miembros conscientes de la sociedad, evolucionan en su concepción del éxito profesional. Ya no persiguen el status o una alta remuneración. El directivo consciente transciende más allá de esta anticuada concepción del éxito y añade nuevos parámetros que tienen que ver con su legado, con su huella. Con la “herencia no económica” que deja tras de sí. Desde una visión de la vida más amplia, integral e integradora, aunando éxito profesional y éxito personal, buscando la plenitud. Yendo más allá de sí mismo, de su individualidad, y contribuyendo a la sociedad, al bienestar de la comunidad y de las futuras generaciones.

Es cierto que aún queda camino por recorrer. Es cierto que algunos directivos no saben cómo avanzar así, les pesa la incertidumbre, o sienten incomprensión, incluso miedo. Sí, pero también es cierto que cada día estamos más cerca del nuevo horizonte. Porque cada vez somos más las personas, los directivos, que tenemos un nivel de conciencia que nos lleva a dar sentido a nuestra actividad profesional y a ejercer nuestro poder en las empresas de manera positiva para trabajar por un mundo mejor.

Citando a Marianne Williamson:

Nuestro miedo más profundo no es el de ser inapropiados.

Nuestro miedo más profundo es el de ser poderosos más allá de toda medida.

Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos asusta.

Nos preguntamos: ¿Quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?

Más bien, la pregunta es: ¿Quién eres tú para no serlo?