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closeViernes de Lectura: ¿Nos importa la verdad?
23 de junio de 2017
Este viernes de lectura va a ser algo diferente, porque no os vamos a recomendar un libro, sino un tema. Un tema que está cada vez más en la boca de todos y que, entendemos, se merece un hueco en nuestro blog. Ha llegado el momento; tenemos que hablar de la posverdad.
A estas alturas, todos hemos oído que el término «posverdad» es, según el Diccionario Oxford, la palabra del año. Se ha escuchado en las noticias —en las continuas referencias al auge del Brexit y la victoria de Donald Trump—, se han escrito artículos de investigación —solo tenemos que introducir el neologismo en el socorrido Scholar— y ha protagonizado discursos empresariales —recordemos la ponencia de nuestro presidente, Jaume Giró, en la conferencia de apertura de Cibecom, la 1.ª Cumbre Iberoamericana de Comunicación Estratégica—. Su origen se remonta a 2004, cuando el sociólogo Ralph Keynes tituló su obra sobre la política norteamericana en la época Bush The Post Truth Era. Dishonesty and Deception in Contemporary Life. Como indica el académico Javier Marzal Felici, de la Universitat Jaume I, Keynes considera que «el término posverdad explica la progresiva desaparición de fronteras o límites entre verdad y mentira, honradez y deshonestidad, ficción y no ficción».
Marzal Felici también cita a Katherine Viner, directora de The Guardian, cuando en 2010 utilizó el término post-truth politics para «describir la instauración de una forma de hacer política que ya no se basa en la argumentación racional, sino en la apelación permanente a los sentimientos y emociones de la ciudadanía». Esto, aplicado a los nuevos modos de consumo de información, provoca cambios irreversibles en cómo concebimos la verdad en las situaciones que se suceden en el espacio público: «En este contexto, la constante monitorización de lo que sucede en las redes sociales por parte de los asesores de los partidos políticos, así como la participación activa de los propios políticos en las redes, contribuyen a crear un clima de infoxicación que, junto a otros factores, compromete la calidad de la democracia».
El debate no afecta solo al mundo empresarial, donde la transparencia se considera el nuevo driver salvador que devolverá la confianza que auguran perdida los resultados del Barómetro de Confianza de Edelman 2017, sino también al mundo del periodismo, de las organizaciones que trabajan en el entorno digital, de la comunicación corporativa y del derecho.
De hecho, esta semana hemos acudido a un interesante foro organizado por Dircom en el Auditorio Garrigues para hablar sobre el tema en un encuentro titulado «La Posverdad: aspectos legales y de reputación». Tuvimos la oportunidad de escuchar a expertos de distintos ámbitos: Eloisa Alonso (vocal de Relaciones con los Medios de Dircom y Presidenta de Hill + Knowlton Strategies Spain), Antonio Belmonte (vocal de la Junta Directiva de Dircom y director de Comunicación de Deloitte), Mar Cabra (periodista del Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación), Amalia Blanco (directora General de Comunicación y Relaciones Externas de Bankia), Carolina Pina (Socia de Garrigues) e Ignacio Pinedo (fundador y CEO del ISDI).
La fusión de estos perfiles diferentes dio lugar a un rico debate en el que todos aportaron sus reflexiones sobre la situación actual y la importancia del término. Carolina Pina destacó la dificultad que, desde el derecho, ataña a la posverdad así como las acciones jurídicas contra ella. Aunque la demagogia y los hechos no contrastados, por mencionar algunos ejemplos, son prácticas no penadas, pueden afectar al derecho al honor. Si una de las propuestas es atacar directamente las plataformas donde se cuelgan estas informaciones, se pierde cierto derecho de expresión del usuario y, finalmente, termina siendo un instrumento de censura. Según Pina «pasa lo mismo con el honor que con la intimidad: cada vez cuesta más protegerlo».
Amalia Blanco, desde su punto de vista de director de comunicación, considera que en la actualidad la verdad ha pasado a un segundo plano y que, desde las empresas, debemos asumirlo para crear un storytelling diferente. La situación, además, se agrava cuando Internet posiciona a la gente en trincheras, dejándose llevar por sus opiniones más que por la verdad en sí. Según Ignacio Pinedo, lo que realmente nos preocupa no es la posverdad, sino controlar la posverdad, que no vaya en contra de nosotros. Su aparición tiene mucho que ver con el modo en el que se generan las noticias —velozmente y sin tiempo para contrastar— y en la permanencia de las mismas. Google nos muestra las noticias que queremos ver según los gustos de cada uno, y eso ya es un primer filtro de la realidad.
Llegados a este punto, Mar Cabra destacó la labor de los facts-checkers, que dan consistencia a las noticias al contrastar lo que se cuenta con las fuentes. Todos inciden en la necesidad de que esta práctica se extienda a todos los medios y, en concreto, a los de nuestro país. Por tanto, Cabra defiende que, aunque hablemos de verdad, en realidad también estamos hablando de crisis de los medios. En el momento que una noticia no es accesible para todos y no refleja la realidad de todos, ya se está alejando del público general.
Parece claro que la solución más inmediata que hay que llevar a cabo contra la posverdad es la educación. Hay que enseñar, desde niños, a discernir entre lo que está bien contrastado y lo que no. Como Cabra apuntó, existen metodologías específicas que abordan este tipo de aprendizajes que pueden ser muy útiles para el ejercicio de separar lo que puede ser falso de lo que puede ser verdad.
Sin embargo, al final del encuentro, después de escuchar puntos de vista tan dispares, nos surgen varias dudas: ¿importa, realmente, la verdad? ¿ha surgido el storytelling empresarial como respuesta a esa posverdad informativa? ¿Se considera como una oportunidad para las empresas paralela al auge de la transparencia? El debate interno ha comenzado.