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El presidente ucraniano, apodado el «Churchill en camiseta», da una lección de liderazgo y comunicación empática en los momentos más críticos que atraviesa su país.
La madrugada del 24 de febrero de 2022 trajo consigo el inicio de la guerra en Ucrania. Esa noche, las tropas rusas comenzaron su brutal ofensiva en un ataque masivo por tierra, mar y aire sobre diversos puntos de todo el territorio ucraniano. El ataque se produjo tras un anuncio del presidente ruso Vladimir Putin en el que justificaba la agresión como única alternativa para desmilitarizar y «desnazificar» Ucrania, a quien acusó de genocidio.
Las alarmas anunciando el inicio de la guerra inundaron todo el país. El resto del mundo, en alerta máxima y con su mirada puesta en Ucrania. Tanto Putin como las potencias occidentales creían que Ucrania caería en cuestión de días o semanas, pero se equivocaron. El 26 de febrero, tan solo dos días después de la invasión rusa, el gobierno de Estados Unidos ofreció al presidente Volodímir Zelenski una operación de rescate para sacarlo del país junto a su familia. Su respuesta, según la embajada ucraniana en Londres, fue tajante: «la guerra está aquí, necesito munición, no necesito un viaje».
