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10 septiembre, 2025
El método VOICE: la voz del líder como herramienta de confianza y reputación
En un mundo donde la confianza institucional atraviesa mínimos históricos, la construcción de reputación ya no depende únicamente de las marcas o de los sistemas organizacionales, sino de las voces que los lideran. El Edelman Trust Barometer 2024 reveló que ningún país del G7 fue clasificado como confiable y, sin embargo, se observa un desplazamiento interesante: mientras decrece la credibilidad en gobiernos, empresas y medios, crece la confianza en personas cercanas —pares, amigos y líderes visibles en los entornos inmediatos.
Este giro obliga a replantear la relación entre reputación, confianza y liderazgo. En lugar de entenderlas como tres dimensiones aisladas, hoy se configuran como un sistema interdependiente donde la voz del líder se convierte en el principal catalizador de credibilidad y legitimidad.
El dato incómodo: solo el 2% usa su voz para liderar
Estudios recientes evidencian que únicamente el 2% de las personas utiliza su voz de manera intencional y estratégica para liderar. El 98% restante opta por callar, suavizar sus opiniones o posponer la participación. Este silencio generalizado responde al miedo al juicio, al perfeccionismo o al temor a parecer inadecuado.
La paradoja es evidente: en sociedades que claman por voces auténticas, la mayoría de los líderes —incluso con trayectoria impecable— eligen invisibilizarse. Ese vacío no solo afecta la conversación pública, también erosiona la capacidad de construir confianza sostenida. Una reputación corporativa sin vocería clara termina siendo vulnerable a narrativas externas.
Reputación como reflejo de la voz
La reputación ya no se explica únicamente por indicadores financieros o reportes de sostenibilidad. Los equipos directivos y voceros se han convertido en el filtro principal a través del cual los distintos grupos de interés interpretan las intenciones de una organización.
Un estudio del Journal of Applied Psychology (2019) demostró que los líderes percibidos como auténticos generan 23% más confianza en sus equipos. La autenticidad vocal —entendida como la coherencia entre lo que se piensa, se siente y se expresa— es, por tanto, una ventaja reputacional tangible. Cuando un líder comunica con claridad y consistencia, transmite seguridad; cuando calla o se expresa desde un guion genérico, transmite duda.
En este punto la voz se convierte en reputación audible. Una marca corporativa puede invertir millones en publicidad, pero si sus líderes no hablan con propósito, la confianza será frágil.
Los “ladrones de la voz”
La investigación detrás de La Voz del Líder identifica cinco patrones recurrentes que silencian a ejecutivos y profesionales con gran potencial:
- Autocrítica excesiva: una voz interior que invalida las propias ideas antes de expresarlas.
- Comparación constante: medir el valor personal frente a referentes externos, lo que reduce espontaneidad.
- Miedo al juicio: temor a incomodar o ser etiquetado como conflictivo.
- Perfeccionismo: la expectativa de esperar la “frase perfecta” antes de hablar.
- Síndrome del impostor: restar mérito a los logros y atribuirlos a la suerte.
Estos “ladrones” erosionan la confianza personal y, por extensión, la reputación profesional. Callar por prudencia deja a los equipos sin referentes claros y abre espacio a narrativas alternativas, no siempre alineadas con el propósito organizacional.
El método VOICE: de la intención a la confianza
Una de las propuestas prácticas del libro es el Método VOICE, construido sobre hallazgos de neurociencia y diseño conductual:
- VO: Visualizar la oportunidad. Identificar escenarios donde la voz pueda generar impacto.
- I: Declarar la intención. Expresar con claridad el para qué del mensaje.
- CE: Conectar con la expectativa del otro. Ajustar la comunicación a lo que la audiencia necesita escuchar.
Aplicar este marco permite transformar la voz en una herramienta de confianza. Un mensaje que nace de la intención y conecta con expectativas reales es percibido como más creíble y, por tanto, fortalece la reputación tanto del líder como de la organización que representa.
Reputación y confianza en contexto corporativo
La evidencia muestra que la cultura organizacional se refleja en el uso (o ausencia) de la voz. Gallup (2023) concluyó que solo el 23% de los empleados cree que su opinión cuenta en el trabajo. En entornos donde predomina el silencio, la innovación y la capacidad de adaptación se reducen hasta en un 31%.
El riesgo reputacional de una cultura de silencio es alto. La ausencia de voces visibles se traduce en tres pérdidas críticas:
- Ideas: perspectivas valiosas que nunca llegan a discutirse.
- Conexión: vínculos de confianza debilitados.
- Velocidad: decisiones más lentas por falta de conversaciones abiertas.
Por el contrario, organizaciones que entrenan y facilitan la voz de sus líderes fortalecen tres activos intangibles: legitimidad, resiliencia y reputación confiable.
Del 2% al liderazgo colectivo
El gran hallazgo es que la confianza ya no se deposita en instituciones abstractas, sino en personas concretas. El 2% de líderes que usan su voz con propósito se convierten en referentes de influencia positiva. No se trata de hablar más, sino de hablar con claridad, empatía y visión de futuro.
El reto es que más líderes se sumen a ese 2%. Convertir la voz en músculo colectivo implica entrenar hábitos de autenticidad, institucionalizar metodologías de comunicación responsable y diseñar culturas donde opinar no sea un riesgo, sino un deber estratégico.
La voz del líder como activo estratégico
La reputación y la confianza no se sostienen en el silencio. Se construyen en la capacidad de los líderes de usar su voz como un activo estratégico. En tiempos de desconfianza global, la voz clara y auténtica se convierte en el nuevo capital reputacional.
El mensaje central es contundente: quienes entrenan y ejercen su voz con propósito no solo influyen en sus equipos; también marcan la diferencia en la conversación pública, protegen la reputación de sus organizaciones y se convierten en narradores de futuro.
El desafío para el mundo corporativo es pasar del 98% silencioso al 2% que se atreve. Porque la confianza —ese bien escaso y valioso— hoy depende menos de instituciones y más de voces que hablen con verdad.
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