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15 enero, 2024

La positividad, una bandera necesaria para acercar las empresas a la sociedad

La crisis permanente en que vivimos desde finales de la primera década del siglo XXI agobia a las personas y ensombrece el clima social. Sin embargo, en medio de esta inestabilidad hay una tendencia que se confirma con claridad con el paso del tiempo: el crecimiento de las expectativas que la sociedad deposita en las grandes empresas.

Entre las conclusiones más claras del estudio presentado en la Conferencia Anual de Corporate Excellence 2023 y que hemos recogido en este EBook, está que las corporaciones son percibidas como verdaderos agentes de cambio social con capacidad y competencia para transformar positivamente la sociedad. Es decir, la gente no solo cree que las empresas “deban hacer”, sino que “pueden hacer” Esta creencia nace de la disponibilidad de recursos, tecnología e influencia con que cuentan las organizaciones para llevar a cabo sus fines.

Junto a esa capacidad de hacer, los ciudadanos confían en el “saber hacer” de las empresas. Este “saber hacer” que se atribuye al sector privado tiene que ver con conocimiento y talento disponibles en las organizaciones, así como con el criterio y competencias con que estas cuentan. La atribución tanto del “poder hacer” como del “saber hacer” se asienta sobre la confianza que la sociedad deposita en las empresas, de las que esperan implicación y compromiso ético con la mejora del bien común.

En el contexto de dolor social en que operan las organizaciones, la gente espera que estas ayuden a reducir la tensión y la polarización, a acercar posturas y a impulsar la positividad como palanca de un futuro mejor. Cada vez más, existe la expectativa de que las empresas se muestren como entes que acompañan al consumidor con una gran empatía, siendo especialmente sensibles a cuestiones relacionadas con al salud mental y emocional.

Responder a estas expectativas es enormemente complejo y, como hemos visto en artículos previos, es un camino lleno de retos. La asunción de estos retos solo puede ser llevada a cabo por liderazgos valientes y responsables que centran su gestión en sólidos valores. Las empresas que triunfen en este contexto serán aquellas que sepan mirar a largo plazo y generar valor para todos los grupos de interés desde el convencimiento de su alta responsabilidad.

La única dirección posible para satisfacer las expectativas que las empresas depositan en el sector privado es la construcción y fortalecimiento de la buena reputación y de las relaciones con los grupos de interés.

Esta solidez reputacional que acerque a personas y empresas ha de construirse a través de tres ejes. El primero de ellos es la humanización de las relaciones corporativas con las personas, situando a la empatía en como valor central de cualquier interacción. En segundo lugar se sitúa la responsabilidad de las empresas de trasmitir confianza en un futuro estable e ilusionante del que la sociedad se sienta partícipe. Finalmente, y como eje conclusivo que engloba los aprendizajes compartidos en la Conferencia anual, está la necesidad de las empresas de centrar su estrategia en construir y fortalecer su reputación.

La reputación es el principal activo intangible de una empresa, pues le permite contar con la licencia social operativa imprescindible para su desarrollo. La atención a su gestión, desde el corazón de la estrategia corporativa, es la mejor fórmula para el éxito de las organizaciones en este punto de la historia.