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08 agosto, 2025
El propósito genuino es la clave para la creatividad y la retención del talento
En la era de la automatización y la inteligencia artificial, la creatividad se ha convertido en el activo más valioso de las organizaciones. Pero, ¿cuál es el secreto para cultivar entornos donde las personas puedan dar lo mejor de sí mismas, innovar y comprometerse con su trabajo? La respuesta no está en oficinas con futbolines o en horarios flexibles, sino en algo mucho más profundo: el propósito.
Un estudio realizado por ISS Facility Services muestra que cuando los empleados encuentran significado en su trabajo, su motivación y creatividad se disparan.
¿Por qué nos implicamos realmente en una organización?
Cuando una empresa contrata a una persona, en teoría, lo hace por su conocimiento y habilidades. Pero en la práctica, lo que realmente impulsa a una persona a comprometerse con una organización va mucho más allá de sus capacidades técnicas. El mayor potencial del ser humano reside en su propósito personal, en la ilusión de contribuir a algo más grande que uno mismo, en la búsqueda de sentido en lo que hace.
Cuando alguien siente que su trabajo tiene un propósito, la creatividad se activa de manera natural. No porque haya incentivos económicos o porque los líderes fomenten la "innovación", sino porque la persona está emocionalmente conectada con lo que hace. La creatividad surge cuando el trabajo deja de ser una tarea y se convierte en una misión.
El propósito no se impone, se descubre
Es un error común pensar que el propósito puede definirse en una declaración de misión escrita en la página web de la empresa. El propósito no se impone desde arriba, sino que se descubre en la intersección entre lo que la empresa necesita y lo que las personas aspiran a ser.
Cuando una persona encuentra sentido en su trabajo, la organización deja de ser un simple espacio de intercambio laboral y se convierte en un lugar donde el talento florece. A continuación se comparten las claves para lograrlo:
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Darle espacio al propósito individual. Preguntar no solo qué puede aportar una persona a la empresa, sino qué espera esa persona encontrar en la empresa: ¿cómo encaja su misión personal con la misión de la compañía?
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Hacer del propósito una experiencia cotidiana. No basta con enunciar un propósito inspirador; hay que traducirlo en experiencias diarias que lo refuercen. Para ello, podemos formular preguntas como: ¿las decisiones de la empresa reflejan su misión?, ¿los equipos sienten que sus proyectos están alineados con algo significativo?
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Vincular la creatividad con el sentido. La innovación no surge de la nada. Aparece cuando las personas se sienten inspiradas y libres para aportar algo valioso al mundo. Si una empresa quiere fomentar la creatividad, debe comenzar por conectar a sus empleados con una misión trascendente.
La paradoja del propósito y la retención del talento
Curiosamente, muchas empresas invierten grandes sumas en atraer talento, pero pierden a sus mejores personas porque descuidan el sentido de su trabajo. Un empleado comprometido con un propósito es más resiliente, más proactivo y creativo. En cambio, un empleado sin propósito, por muy competente que sea, acabará buscando otro lugar donde su trabajo tenga más significado.
Cuando el propósito es genuino, impregna toda la organización y se convierte en una fuente de inspiración tanto para los empleados como para los clientes. Empresas como Apple, Google e IKEA han logrado integrar el propósito en su ADN, convirtiéndolo en un catalizador de innovación. Sus colaboradores no solo ven su trabajo como una tarea, sino como una contribución significativa a un mundo mejor.
Por el contrario, cuando el propósito es solo una estrategia de marketing, los empleados lo perciben como vacío y la empresa pierde credibilidad. En estos casos, la creatividad y el compromiso se resienten, y el talento más valioso busca nuevas oportunidades donde pueda sentirse parte de algo auténtico.
El trabajo como parte del propósito personal
Las empresas que realmente logran retener talento no son las que pagan más, ni las que ofrecen más beneficios. Son las que logran responder a esta pregunta clave: ¿por qué vale la pena trabajar aquí?
La respuesta no está en la cultura de la empresa, ni en su historia, ni en sus valores escritos en la pared. La respuesta está en cada persona que, al final del día, siente que su esfuerzo ha valido la pena porque ha contribuido a algo que realmente importa.
En definitiva, el propósito no es un eslogan, sino la fuerza que transforma organizaciones y permite que las personas se sientan parte de algo más grande. Y en ese sentido, no hay mejor estrategia de retención y atracción de talento que una empresa donde cada colaborador puede decir: "Este trabajo es parte de mi propósito de vida".