La reciente pandemia marcó un antes y un después en la comunicación interna. El confinamiento requirió de respuesta creativas que contribuyesen a mantener un canal permanente con el grupo de interés más importante de cualquier organización empresarial: su gente.

Adicionalmente, todos tuvimos mucho tiempo para pensar y pronto surgirían movimientos, como lo que se denominó “la gran renuncia”, en base al cual las últimas generaciones que se incorporaron al mundo laboral comenzaron a empuñar pancartas de evidenciaban lo profundo del cambio que estábamos sufriendo. Pancartas que podríamos resumir en un “trabajo para vivir, no vivo para trabajar”. Y así las compañías con sensibilidad y canales efectivos de escucha, pudimos identificar con anticipación lo que se nos avecinaba y, por tanto, a poner medidas que nos permitiesen atraer y fidelizar (que no “retener”) el mejor talento. El éxito de las organizaciones reside, en gran parte, en ser capaces de conocer y entender las motivaciones de sus profesionales para tomar decisiones de acuerdo con sus expectativas.

Ese radar nos ayudó a identificar que los jóvenes quieran trabajar con un propósito claro que les motive cada día, hacerlo en un entorno con valores donde se sintiesen parte de la solución a problemas como la contaminación o la desigualdad. Quieren tener un impacto positivo en la sociedad, donde se formen y desarrollen con unos estándares mínimos de bienestar.

Y aquí es donde la comunicación interna juega un papel estratégico. Los mensajes deben ser coherentes, es decir, sin fisuras entre lo que se hace y lo que se dice. Solo así, los profesionales confiarán en su empresa, base imprescindible para que se sientan orgullosos de formar parte del proyecto. El compromiso de los empleados se fortalece cuando sienten que sus opiniones son consideradas en la toma de decisiones y no son unos meros espectadores.

Y, a partir de este engagement, serán ellos quienes sean los principales embajadores de la marca ante el resto de los stakeholders: clientes actuales y potenciales, futuros empleados, etc; convirtiéndose en una parte fundamental que determina la reputación de las compañías. Se está viendo como las organizaciones más avanzadas y con mejores resultados están realizando importantes inversiones en el ámbito de la comunicación interna en términos de recursos, campañas, etc; consciente de que – al medirlo – es probablemente la actividad con un mayor ROI.

*El autor, Roberto Bodegas, es alumni y profesor del programa ejecutivo The Global CCO